Mientras me dispongo a escribir esta
carta, con mi hija de tan sólo dos meses sentada a mi lado, no puedo evitar
preguntarme sobre la necesidad que tengo yo de meterme en un fregado de esta
magnitud. De modo que a continuación intentaré resumir y compartir con
vosotros-as algunos de los motivos por los que, pese a la dificultad que supone
para mi vida personal ahora mismo, he decidido seguir poniéndome al servicio
del cambio social que necesita nuestra ciudad.
Hace casi dos años asumí la
responsabilidad de representar a Izquierda Unida en el Ayuntamiento de Málaga.
Era mi primera experiencia como cargo público tras años de militancia social y
vecinal y debo confesar que no fue fácil la adaptación a un espacio donde la
política suele estar tan alejada de la gente común. Esta experiencia sin
embargo me permitió ver con claridad algunos aspectos claves de Málaga, una
ciudad marcada por una profunda desigualdad y en la que conviven de forma
conflictiva una minoría de privilegiados, vinculada a las élites políticas y
económicas, con una amplia mayoría social que se ve atravesada por la
precariedad y el esfuerzo cotidiano para procurarse una vida digna.
En estos años he visto a los
representantes del Partido Popular en su empeño por privatizar los servicios y
empresas municipales y entendiendo lo público como una oportunidad de negocio.
He visto consejos de administración donde era imposible distinguir a los
políticos de los empresarios. He visto tratar a los vecinos como menores de
edad, comprando simpatías a través de
subvenciones, gestos simbólicos y redes clientelares. He visto derrochar
ingentes cantidades de dinero público en proyectos de dudoso interés al tiempo
que visitaba barriadas azotadas por el paro, la pobreza, los recortes de
servicios y la falta de equipamientos básicos.
He visto, en definitiva, el plan que
tienen las élites políticas y económicas para nuestra ciudad que no es más que
enriquecerse a costa de condenar a amplios sectores sociales a una vida frágil
y precaria.
Sin embargo, lejos de esa torre de
marfil, existe otra Málaga. La Málaga de los barrios, donde la palabra ‘vecino’
todavía nombra una relación de comunidad y un compromiso para mejorar lo que es
de todos. La Málaga trabajadora, que sostiene con su esfuerzo la economía local
y se empeña en seguir exigiendo dignidad y derechos. La Málaga solidaria y
comprometida, en la que los movimientos sociales y ciudadanos plantan cara a
las injusticias y trabajan para hacer una ciudad justa e igualitaria. La Málaga
de las mujeres, quienes con su fuerza y sus cuidados, tan poco valorados,
sostienen en gran parte la vida de nuestros niños, mayores y familias en
momentos tan duros. Esta otra Málaga es mi Málaga, mi gente, de la que formo
parte y la que me llena de fuerza para seguir peleando.
Mi compromiso y mi determinación para
seguir trabajando por una ciudad mejor se componen por lo tanto de dos fuerzas
principales. Por un lado la indignación que me producen las élites políticas y
económicas, su comportamiento mafioso y su proyecto de ciudad basado en el
expolio y la desigualdad. Por otro la esperanza, el deseo y la confianza en la
capacidad de construir una ciudad para la gente común y que permita procurarnos
algo tan básico como es el derecho a una vida digna.
A la hora de plantear algunas líneas
prioritarias de trabajo consideró clave abordar la defensa de lo público para
garantizar derechos básicos como los suministros, la defensa de los derechos
laborales para combatir la precariedad, el trabajo por la sostenibilidad y la
defensa del medio ambiente a través de políticas públicas firmes y concretas,
unos presupuestos públicos distribuidos de forma igualitaria para garantizar
inversiones en todos los barrios y un plan de ayuda destinado a los derechos de
las mujeres que aborde todas y cada una de las etapas de su vida. Otro elemento
fundamental pasa por seguir profundizando en los mecanismos de participación y
democracia directa. La representación política, tal y como la entendemos
nosotras, no pasa por despachos sino por un trabajo pegado a la calle y a la
ciudadanía. Nuestra tarea más que representar es expresar de la manera lo más
fiel posible los reclamos y propuestas de nuestro pueblo.
Estamos viviendo un momento político
clave en la historia de nuestro país. Por primera vez en muchísimo tiempo,
parece abrirse la posibilidad de una amplia confluencia política y ciudadana
para producir un cambio de rumbo hacia la democracia y la dignidad. En este
proceso la tarea de los representantes, si bien es importante, dependerá
siempre del poder de la gente. Es evidente que queremos ganar las elecciones
para cambiar nuestra ciudad, pero al margen de los resultados, lo realmente
clave es que sigamos construyendo, cada uno desde donde pueda, poder popular.
El cambio que necesitamos no se
conseguirá sin vosotr@s, la militancia, l@s activistas, la gente que lucháis
cada día.
Algunos datos sobre mi vida.
Me inicié en el activismo en la
Universidad de Málaga, dentro del movimiento contra la LOU. Allí fue miembro
fundador del Grupo Estudiantil “Otra Universidad es
Posible” y claustral en la Facultad de Filosofía y Letras de la UMA. pero
donde más me he forjado como activista ha
sido durante el tiempo que fuí vicepresidenta de la
Asociación de Vecinos y Vecinas del Palo, en el que impulsamos también Centro
Social Utopía (El Palo)
Concejala del Ayuntamiento de Málaga
desde enero de 2012 donde he desempeñado las responsabilidades, por parte de
IU, de las áreas de seguridad, medio ambiente y sostenibilidad. Dentro de estas
tareas, especialmente gratificante para mí ha sido la lucha por resolver los
conflictos laborales de las empresas municipales y garantizar por fin que los servicios
municipales sean públicos y de calidad.
Soy licenciada en Historia. Participo de
manera más habitual en las tertulias de Onda Azul y la SER, aunque de vez en
cuando intervengo en otros medios.
Para conocer más tranquilamente mi
opinión sobre la actualidad política y municipal podéis seguirme en mi blog http://anagsempere.blogspot.com.es/
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